Aunque en sus inicios trabajaba como actor, Charlie Waite no pudo resistirse al atractivo de la fotografía de paisajes. Durante los últimos 28 años, Charlie ha visitado más de 40 países, fotografiando vistas y lugares preciosos y evocadores. Hoy, Waite es uno de los fotógrafos de paisajes más reconocidos a nivel mundial y sus obras se exponen en todo el mundo. Su pasión por el arte de la fotografía de paisajes y su deseo por proporcionar un escaparate para quienes la comparten le inspiró para lanzar el prestigioso concurso Take a View: Landscape Photographer of the Year en Reino Unido, en 2007, seguido por el concurso estadounidense en 2014.

Las fotografías de Charlie revelan un amor profundo por los paisajes y el efecto de las luces y las sombras. “Cada vez estamos más desconectados de nuestro mundo natural y me gustaría poder cambiarlo mostrando y compartiendo la verdad de la belleza que nos rodea”, afirma. “Cuando disfruto de un paisaje me siento verdaderamente feliz y contento capturando la esencia de lo que veo y de lo que siento en un momento tan único. Cuando veo la impresión, la paz y la contemplación que viví al hacer la fotografía vuelve a mí por completo. Es una experiencia muy personal”.

Charlie es un apasionado de la impresión de sus propias fotografías y le gusta persuadir a otros de que la sensación de realizar impresiones es la misma que la que se siente al hacer la fotografía en sí: “La impresión es la legítima herencia de la fotografía y le otorga permanencia”, asegura. “Al observar la impresión, es necesario volver a la verdad del momento en el campo: el cielo, el viento sobre el agua, la luz... Todos los sentimientos, los elementos y el papel que jugaban deben volver a ti. Quiero que el espectador crea incondicionalmente en mi fotografía impresa y que sienta que estaba ahí, junto a mí, en el momento en que la tomé. Es como una declaración final; me juzgarán por esa misma impresión. No hay otro camino”.

Charlie ha cambiado recientemente su impresora al modelo de Epson SureColor SC-P9000 y produce de manera regular impresiones de 1m² de edición limitada para galerías y exposiciones en todo el mundo. “Hoy en día las impresiones a gran escala no son algo excepcional y la demanda es creciente, especialmente en los Estados Unidos”. Admite que no es técnico y que ha recibido buenos consejos sobre cómo conseguir lo mejor de su impresora por parte de Epson y de Colorgen, la empresa donde la compró. “A la gente no debería darle miedo utilizar impresoras fotográficas profesionales de gran formato. A medida que se utilizan, su funcionamiento resulta más sencillo y solamente se requiere algo de tiempo para conocer la impresora y saber lo que se puede llegar a hacer con ella”.

“Nunca entenderé cómo alguien puede invertir tanto en sus fotografías y no completar el círculo imprimiéndolas uno mismo. ¿Por qué pedirle a alguien que las reinterprete y las imprima por ti? Sin embargo, soy consciente de que no todos los fotógrafos de paisajes pueden dedicar tiempo a imprimir sus trabajos. En Gran Bretaña existen laboratorios realmente buenos en caso de que los fotógrafos no dispongan de tiempo para imprimir sus propios trabajos. Mi consejo es que recurran a un laboratorio que disponga de impresoras Epson y trabajen con él para producir una impresión con la que estén satisfechos”.

El concurso Take a View 2018: Landscape Photographer of the Year comienza en abril de 2018. Visita www.take-a-view.co.uk para obtener detalles sobre cómo participar y sobre los ganadores anteriores.

El galardonado fotógrafo de bodas David Brenot se ha labrado una reputación internacional por saber capturar emociones verdaderas en las bodas que retrata a través de fotografías ricas, elegantes y contemporáneas. Brenot fotografía unas 15 bodas al año, desde eventos de cinco días hasta ocasiones más tradicionales de un solo día, en las que captura entre 400 y 1000 instantáneas por boda.

“Me especialicé en fotografía de bodas porque disfruto de la discreción y el proceso de captar los distintos y tan detallados elementos de la ceremonia”, afirma David. “El matrimonio es algo importante y una boda es un día de alegría, por eso me gusta contar esa historia a través de mis fotografías”.

“La concentración es importante en una boda, y me permite tomar imágenes de los detalles que cuentan la verdadera historia de un día tan especial, capturar las verdades y las emociones del evento para la pareja. Yo trabajo con la siguiente combinación: un 20% de retratos formales y un 80% de imágenes espontáneas que abarcan el espíritu y la emoción de la ocasión. Cuando la pareja contempla mis fotografías no solo revive su día, sino que descubre momentos nuevos, emociones, risas y lágrimas”.

“Siempre estoy investigando y aprendiendo. Cada boda es única y en cada una de ellas intento captar imágenes nuevas: luces, composiciones y ángulos distintos. Aunque no todos funcionan, los elementos que sí lo hacen terminan siendo un recurso que utilizo en otros eventos. Todo ello hace que mi trabajo sea fresco y creativo”. El estilo artístico de David es su firma, por lo que prefiere realizar impresiones de su trabajo utilizando el modelo Epson SureColor SC-P6000 en su estudio de Dijón, Borgoña, Francia.

“Disfruto tanto capturando mis fotografías como imprimiéndolas. El modelo SureColor proporciona una calidad de color resistente a la luz excelente, cosa que me encanta”, añade. Utiliza mucho papel Epson, pero lo que más le gusta es la textura del papel Cold Press Bright para las imágenes en exteriores, así como el papel Hot Press Bright Fine Art, liso y mate, para retratos en interiores y reportajes de preparación de la boda.

“Creo que si quieres ser un verdadero fotógrafo y un verdadero artista tienes que imprimir tus propias fotografías. Una fotografía impresa es algo excepcional. Su impacto es real y termina convirtiéndose en una obra de arte que puedes tocar, exponer y observar para recordar las emociones de un momento especial. En la producción de un álbum, una impresión o una pieza de gran formato, la intención es conseguir emociones distintas según el papel”.

David se ha propuesto un nuevo reto para 2018: “Después de 13 años voy a volver a utilizar película. La fotografía digital resulta relativamente sencilla y está disponible de inmediato, pero creo que hay más verdad y calidad en la fotografía analógica. Me encanta su autenticidad, la luminosidad, la suavidad y los increíbles colores que se producen. Es necesario reflexionar sobre la composición de la fotografía que se va a tomar y la calidad de la luz es inigualable. Me gusta especialmente la representación de las fotografías en película y espero con ilusión el momento de revelar su contenido e imprimirlo. En película, la impresión final es la verdadera fotografía, la atemporal”.

Marco Grob llevaba 20 años trabajando como fotógrafo de bodegones en Suiza cuando decidió decantarse por su verdadera pasión, los retratos. Se mudó a Nueva York en 2003 y, poco a poco, fue construyendo un portfolio de trabajos impresionantes y una reputación sólida. “No fue fácil, pero todo cambió cuando la fotografía de Hillary Clinton apareció en la portada de la revista Time en 2009”, apunta Marco.

Desde entonces, y según sus propias palabras, ha “disfrutado en primera fila de acontecimientos que han hecho historia”, no solo por retratar a políticos y personalidades destacadas sino también por ahondar en historias de gran formato como la de “Un año en el espacio” y la ganadora de un Emmy “Más allá del 11-S: retratos de resiliencia”. Desde 2010, ha trabajado con el Servicio de las Naciones Unidas de Actividades relativas a las Minas, informando sobre la tragedia global que han causado 100 millones de minas terrestres.

Marco siente verdadera pasión por su oficio: “Todo el que tiene una cámara tiene también la responsabilidad de captar la verdad. Es importante que se cuenten historias que te lleguen al corazón y te parezcan relevantes. La fotografía es una de las formas más precisas y verdaderas de observación artística. Permite una mirada más profunda y cercana de la vida humana y, por ello, decidí dedicarme a la fotografía de retratos. Al fotografiar a líderes, gobernantes y gobernados, intento darle sentido al mundo. Es gratificante poder ver las dos caras de la moneda. Aunque retrato a importantes líderes y celebridades, no me importa su fama. Lo que verdaderamente me fascina es descubrir y contar sus historias, las de los políticos, las de las víctimas de las minas, los trabajadores o niños que viven en el desierto.

“Mi intención es documentar, revelar y sacar a la superficie lo que de otra manera permanecería oculto. Un rostro desvela muchas cosas sobre una persona, la delata. Si analizas mis retratos de Trump, Bush, Clinton y Obama lo verás todo escrito en sus rostros: lo bueno y lo malo”.

“El mejor retrato, el más verdadero, es aquel que captura en un momento la historia del personaje: propósito, humor, conflicto, determinación, dolor, debilidad... Solo basta un instante para capturar todo esto. Pero también hay algo detrás de esos rostros que no llegamos a ver: la guerra que están luchando, el entorno en el que viven y trabajan o el poder político en el que se encuentran sumergidos. Solo vemos lo que nos muestran. La fotografía tiene una parte del proceso de retratar la historia, pero no siempre te cuenta la verdad. Puede que lo que yo vea sea distinto a lo que tú ves”.

“En mis retratos trabajo rápido, con sencillez y en silencio, con la cámara en la mano y un par de asistentes. Normalmente, los mejores disparos se dan en los primeros minutos. Cuando tuve el honor de fotografiar a Steve Jobs para la portada de la revista Time, la última que concedió, había organizado las luces y el fondo de antemano en su oficina y el disparo perfecto salió tan solo 42 segundos después de que entrara en la sala. Se puede leer en su rostro lo inteligente que era, su eterna curiosidad”.

“Las luces crean diferentes energías y me encanta experimentar con ellas en cada disparo. Cuando retraté al Almirante McRaven, quien supervisaba la operación de ataque especial que culminó en la muerte de Osama Bin Laden, lo mostré entre sombras para conseguir el efecto de que un hombre que había permanecido en un segundo plano salía a la luz”.

Para Marco es importante imprimir sus fotografías. “Creo que si no imprimes tu propio trabajo, difícilmente crecerás como fotógrafo, ya que es la única celebración posible de tus obras. La fotografía ralentiza el tiempo, y las impresiones, especialmente las grandes, lo hacen aún más. Así, terminas viendo cosas que no habías visto antes. Son momentos en la vida y solamente tú puedes apreciar los verdaderos detalles de aquel momento gracias a la impresión. He retratado cientos de rostros y en cada proceso de impresión he tenido que observarlos cautelosamente. Yo no construyo una relación con mis sujetos, son los rostros los que cuentan la historia. Solamente necesito una cámara y mi instinto para capturarlos, y mi impresora Epson para darlos a conocer”.

Isabel Muñoz es conocida por sus imágenes altamente atmosféricas, a través de las cuales busca capturar la verdad más profunda del ser humano, tanto en reposo como en movimiento. Afincada en Madrid, viaja por el mundo en busca de culturas y grupos de una increíble diversidad: desde bailarines de tango hasta monjes guerreros, toreros, inmigrantes mexicanos y presos tatuados.

Isabel se describe a sí misma como una narradora de historias. Relata su pasión por el cuerpo humano, el espíritu y los retos detrás de cada persona que fotografía mediante impresiones en platino, exquisitas y atemporales, así como impresiones en color digitales de gran formato que muestran a sus sujetos con todo tipo de detalle.

Desde su primera exposición en 1986, en Madrid, ha recibido una gran variedad de premios, como el World Press Photo y la medalla de oro del Ministerio de Cultura en España. Actualmente, sus fotografías se exponen en distintas colecciones internacionales. En 2016, se le otorgó el Premio Nacional de Fotografía en España, el mejor reconocimiento que puede recibir un fotógrafo español. Este premio nacional será el centro de una exposición que tendrá lugar en Madrid, en 2018, sobre su trayectoria.

Isabel, que viaja con frecuencia a lugares difíciles y potencialmente peligrosos, sabe ganarse la confianza de las comunidades que retrata. Coleccionistas y galerías internacionales se interesan por sus impresiones de imágenes detalladas y texturizadas. “Confío en mi instinto para capturar momentos en el tiempo y para descubrir historias ocultas tras los rostros o los cuerpos de la gente, y mostrarlos después al mundo”, afirma. “Su relación con mi cámara es muy importante. Cuando captan el respeto que siento por ellos, me ofrecen más. Es un acto de amor”.

Antes de descubrir su pasión por la fotografía era bailarina. Hoy, Isabel sigue cautivada por los bailarines regionales y rituales tribales, tanto regionales como urbanos. “Me gusta fotografiar cuerpos y explorar las decoraciones y los tatuajes tribales: cuentan historias sobre identidad, ritos, tradiciones y cultura. Una fotografía me parece interesante cuando cuenta una historia y revela una verdad. Es algo que describo como el hecho de crear una puerta que permita al espectador entrar, explorar y preguntar”.

Para Isabel es importante imprimir sus fotografías. La española produce sus fotografías de gran formato, monocromáticas y a color, en su estudio de Madrid, utilizando el modelo Epson Stylus Pro 11880 para conseguir una gran calidad artística y maximizar la interacción entre luces y sombras, y los detalles minúsculos que conforman el sello de su trabajo. Hace 12 años que Isabel utiliza impresoras Epson. “Imprimo tanto fotografías como negativos y utilizo impresoras Epson porque los negros intensos y las escalas de grises que producen otorgan una gran calidad y nitidez a mi trabajo. Imprimir es como dar la última pincelada a un cuadro: completa mi historia y me parece realmente importante. Además de mirar la imagen también tienes que sentirla”.

Aunque Stefano Unterthiner inició su carrera en zoología, siempre llevó una cámara consigo y terminó por convertir su afición en una profesión. Actualmente viaja en busca de temas nuevos para sus impactantes fotografías de vida salvaje y pasa mucho tiempo viviendo cerca de ellos.

Stefano siente un gran compromiso con los temas de conservación y medioambiente. “Me he especializado en vida salvaje porque siempre me ha fascinado la naturaleza y los animales en su hábitat. Gracias a la cámara puedo contar mi enorme pasión por la naturaleza y mi compromiso por intentar protegerla. Si tuviera que fotografiar otros temas no podría hacer este trabajo”, afirma.

Stefano ha publicado sus obras en revistas de todo el mundo y trabaja para la revista National Geographic desde 2009, año en que publicaron su primera historia sobre los pingüinos rey, resultado de cinco meses de trabajo en las islas Crozet, cerca de la Antártida. Ha ganado múltiples premios por su trabajo y en 2016 recibió el premio Wildlife Photographer of the Year en la categoría de paisajes gracias a su obra “Espíritu de las montañas”.

“Esta fotografía es de mis favoritas porque con la mayor simplicidad cuenta la historia de "mis" montañas”, explica Stefano. “Estaba retratando una bandada de aves alpinas cuando apareció aquel quebrantahuesos, moviéndose como un fantasma por las montañas y desapareciendo de nuevo entre las nubes. Aquí el buitre estaba extinguido y ha vuelto hace muy poco. Esta imagen narra la historia de las montañas y del éxito de la conservación sin artificios ni postproducción. Ni la naturaleza ni la verdadera fotografía los necesitan.

“Siempre intento que mis fotografías capturen el momento para transmitir lo que siento cuando estoy ahí fuera con los animales salvajes. Es duro, pero cuando lo consigo es el ingrediente que hace que la imagen sea especial. Simplemente dejo que mi instinto me guíe e intento sentir empatía con los animales. Nada más”.

“En mi opinión, la fotografía de vida salvaje, al igual que ocurre con el fotoperiodismo, siempre debería contar lo que se está documentando con honestidad e integridad. Hay que trabajar con creatividad y personalidad, pero ni el mensaje ni aquello que se está documentando debe distorsionarse para mejorar la fotografía o para que parezca más interesante”.

Stefano trabaja con su mujer, Stéphanie, en su galería fotográfica, Little Wild Gallery, en Bard Fort, el Valle de Aosta, Italia, donde produce sus impresiones y los visitantes pueden disfrutar de sus obras. “Utilizo una impresora Epson SureColor SC-P9000 de 64 pulgadas porque me gusta la reproducción y la fidelidad del color que produce”, explica. “Imprimo en varios formatos, los más pequeños son los más populares en nuestra galería, pero también trabajo con formatos más grandes, de 60x90 cm. Para las imágenes más especiales, las que elijo personalmente, utilizo el modelo Epson Digigraphie, así consigo crear ediciones limitadas certificadas. Prácticamente siempre utilizo papel mate. Para impresiones de gran formato prefiero Epson Cold Press Natural y Epson Hot Press Natural, y para otras impresiones utilizo Hahnemühle William Turner.

“Para mí, imprimir es el último paso en el proceso fotográfico. Si no imprimes, la fotografía queda inacabada. En la era digital, la impresión permite a los fotógrafos volver a convertirse en artesanos y tener la imagen en sus manos”.